Diversos estudios han demostrado que los adultos que fueron niños y adolescentes lectores tienen más posibilidades de ir a la Universidad y de obtener puestos directivos en sus vidas laborales.
Uno de ellos, realizado por el doctor Mark Taylor del Departamento de Sociología de la Universidad de Oxford, analizó los datos de más de 17,000 adolescentes nacidos en la década de los 70, con el fin de conocer sus actividades extracurriculares durante su juventud y contrastar sus vidas profesionales en la actualidad.
Los resultados mostraron que las mujeres que a los 16 años tenían como pasatiempo la lectura, obtenían un 39% de probabilidades de conseguir un puesto a nivel directivo; en contraste, las adolescentes que se dedicaron a otras actividades veían bajar sus posibilidades a un 25%. Con los hombres ocurrió algo similar, quienes leían en sus tiempos libres podían en un 58% conseguir una alta ubicación; mientras que quienes no lo hacían, reducían sus oportunidades a un 48%.
Otra investigación ha demostrado que ser lector en la niñez y la adolescencia aumenta las posibilidades de ingresar a la educación superior. Así, para los jóvenes que comenzaron a leer durante su infancia, las opciones de entrar a la universidad pasaban de un 24% a un 35%. Y si se combinaba la lectura por placer con otras actividades culturales, como tocar un instrumento o visitar museos, las probabilidades aumentaban en un 54%.
En 2016, The Reading Agency se unió con otros centros de investigación para mostrar de qué manera impacta el hábito de la lectura en las personas. En su reporte definieron cuatro áreas de la vida que se ven beneficiadas cuando leer es una actividad que se realiza de manera cotidiana y por placer:
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